sábado, 7 de noviembre de 2009

La revisión...

Desde el semestre pasado las cosas cambiaron mucho... en un mes logré hacer a un lado, algo que para mí era muy importante.

Parecía increíble, hasta yo me sorprendía al pensarla y poder decir que las cosas estaban superadas. Todo sucedía en calma y el hecho de vivir acompañado me dio la seguridad que desde que llegué a Puebla había perdido... Todo se juntó para permitir que yo poco a poco fuera cortando esos lazos que por casi cinco años me habían mantenido unido a una persona.

Después de varias semanas de no saber nada de ella, mi corazón comenzaba a extrañar. De pronto sentía que me hacía falta... Platicar, reír, amar... La distancia comenzaba a aparecer y mi corazón tenía un gran conflicto con mi mente, pues ambas veían un futuro diferente. Un buen día, después de haber paseado por el DF y de haber recordado tanto ese viaje que hicimos en el 2006, regresé a Puebla ya muy entrada la noche. No sabía lo que me esperaba.

La decisión de apartarme de ella había sido aplaudida por mi familia y amigos... todos coincidían en que era mejor buscar un futuro diferente. Pero aún así se habían mantenido al márgen de todo ese proceso último. Al volver del DF, fui abordado por dos personas, quienes me alertaron sobre la presencia de otra persona. Ellas me advirtieron del nuevo inquilino, pero más que hacer eso, lo que querían era que yo tomara la decisión correcta y no luego estar sufriendo por un simple capricho. Yo sentí que me echaban un balde de agua helada... La verdad, nunca pensé que en 2 meses se pudiera alguien olvidar de lo que sucedió durante algunos años...

La primer y única reacción que pude tener fue contactarla... después de haberme alejado durante casi un mes y ante tales noticias, decidí ponerme en contacto. Lo hice vía telefónica, y al parecer no era el mejor momento para atender mi llamada pero lo hizo. Tenía mucho tiempo de no escucharla y lo que mis oidos percibieron no auguraba nada bueno.

Con el corazón destrozado volví a mi tierra natal a enfrentar la prueba más difícil... volver a verla. Fue un momento extraño, pero a la vez muy triste. A partir de ese viernes 3 de abril odio los Ittalian Coffe's... Conocí a otra persona... ajena a la que yo había amado. Al día siguiente las cosas no mejoraron mucho. Verla de nuevo y tener que disimular frente a todo el pueblo que ya todo estaba olvidado era algo muy duro. Pero lo más pesado era tener que verlo a él... el nuevo inquilino. Todo pasó muy rápido... en fracción de segundos la tenía entre mis brazos y disponía de toda mi fuerza para levantarla y salvarla... Muy parecido al final de la serie estadounidense The OC, con la única diferencia de que la única muerte era en metáfora. De pronto me la arrebataron y no volví a verla. El domingo y lunes siguientes fueron los peores en mucho tiempo. Creo que desde antes de conocerla no había pasado jornadas tan largas, aburridas y tristes. El martes, busqué ayuda y la encontré. Aunque esperaba escuchar algo diferente, justamente oí lo contrario, pero eso era lo necesario. Y ya con los pies en la tierra, volví para disfrutar el resto de la semana en compañía de personas que nunca creí me estrecharan la mano de esa manera. Esos días terminaron con una despedida triste, pero tranquila. En la que hablamos con el corazón, y que con él en la mano, nos despedimos. Un beso, una caricia, un último abrazo...

Concluir primavera 2009 no fue nada fácil. Aunque a principios de mayo, una luz de esperanza iluminó mi camino. La ilusión de ese primer amor me mantenía aferrado a regresar. Decidí no hacer verano, para poder pasar tiempo con ella y recuperar ese tiempo perdido. Al llegar las cosas volvieron a lo mismo de semana santa. Aunque ya sin inquilino. Ahora era ella quién necesitaba descansar de mí.

Mayo, Junio y Julio... fueron los meses que pasé en el rancho, compartiendo por un lado experiencias profesionales que me hacían comprobar que acerté en mi decisión, y por otro lado viviendo sucesos que parecían dignos de los mejores amigos. De ponto y sin saber por qué, las cosas fueron cambiando... Algo extraño sucedía y poco a poco nos alejaba. Pero ese amor tan grande que comprobé sentía por ella al estar alejado, me llevó a permitir cosas que precisamente por honor y orgullo no debí soportar.

De nuevo la experiencia entre los amigos se hizo presente a finales del verano... pocos días faltaban para que las clases comenzaran, pero para sentir realmente que había hecho algo en las vacaciones y buscando sentir esa energía que te transmiten los niños volví a inscribirme, para entregar mi corazón en eso que tanto había disfrutado el año anterior.

Días maravillosos transcurrieron esas dos semanas, tanto que permitieron que el ahora ex-inquilino y yo, nos conociéramos y pudiéramos convivir sin rencores. Todo iba bien hasta que en un día trágico para el desarrollo del verano, una rampa cayó sobre mi pie, dejándome una uña morada. Ahí se desató una serie de eventos desafortunados.

Querétaro apareció en el horizonte como la oportunidad perfecta para convivir y disfrutar los últimos días que estaríamos juntos antes de que iniciara el otoño... Y así empezó... pero concluyó de manera muy diferente. El ex-inquilino hizo presencia de nuevo. Pero eso no era todo, lo impresionante es que ella permitía que las cosas sucedieran. Tras arreglar las diferencias frente a toda la comitiva. Tocaba el turno de arreglar el futuro su viaje. Quedarse o irse... Era una decisión difícil, pero que a final de cuentas resultó totalmente equivocada.

Bajo el argumento del cierre del ciclo, accedió a descender del camión y convivir una semana entera conmigo, en este espacio tan mío, pero a la vez tan ajeno para ella. Como dos niños locos de amor, disfrutamos de unos días tan hermosos, que en mi mente la idea del tiempo cada vez se alejaba más y más.

Llegó el tan ansiado día de mi cumpleaños, precisamente día del cierre del ciclo... Y así fue. El 16 de agosto del 2004 llegó a mi vida, y cinco años después, el 16 de agosto del 2009 se iba de ella. La peor despedida de todas sucedió ese día. Sabíamos que no habría marcha atrás y que al sellarse la puerta del autobús, se encapsulaba al alto vacío el amor.

Tras un mes de intenso sufrimiento, decidí por mi salud física y mental, cumplir lo que tanto ella me había pedido... alejarme. Así que el 16 de septiembre del 2009, y después de estar viviendo tiempo extra, accedí a su petición y comenzó el procedimiento de aproximación fallida, en el cual poco a poco fui cortando con pinzas y bisturí, el cordón umbilical que nos había alimentado durante esos cinco años.

El 30 de septiembre, volví a reír... Sentí eso que tenía meses de no sentir. Re-conocer a una persona que me había agradado en su momento, pero que por la ceguera en que vivía, había ignorado por completo. Tener esa intuición de que la química entre ambos era inevitable. Una sonrisa, una mirada, un gesto...

Hoy, me encuentro muy contento, de poder conocer a otra persona. De haber dejado atrás algo que me hizo sufrir demasiado y a lo que no tengo intenciones de regresar. De ver hacía adelante y tener un panorama incierto, pero que quiero construir apoyado por esa persona que me mueve el tapete, que provoca mariposas en mi estómago y que hace que a cada momento me sonroje.

La uña que se me puso morada en julio, está a punto de caerse... Y como bien han coincidido dos personas que quiero mucho. El momento en que esa uña se desprenda de mi cuerpo, será el día en el que se cierre por completo un ciclo hermoso, el que llevaré por siempre en mi corazón. Y a partir de ese mismo momento, se abre otra etapa en mi vida.

Etapa en la quiero consolidarme en todos los aspectos.

Etapa que quiero compartir con esas personas que siempre llevaré en el corazón.

MUCHAS GRACIAS

José Carlos Hernández Rocha

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